Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas
“Haremos la reforma fiscal para recaudar más”
Cristóbal Montoro (Cambil, Jaén, 1950) es definitivamente el ministro más optimista del Gabinete Rajoy. Dos años justos después de tomar las riendas del país, es “el primer asombrado por el vuelco de España”, donde, en un contexto de recesión, una devaluación interna de costes ha recuperado el superávit por cuenta corriente y la capacidad de financiación frente al resto del mundo”, y donde la economía está al filo de crear empleo neto con una reforma laboral que es “el verdadero exponente de la voluntad reformista de este Gobierno”. Dos años después de la mayor subida de impuestos de la historia, advierte que la próxima reforma fiscal “es para recaudar más para poder superar la crisis; estamos en Europa y no pasa nada porque quienes tienen más, paguen más; estamos ante una crisis de desigualdad y los impuestos deben servir también para equilibrar”. Dos años después, el ministro de Hacienda hace balance y cuenta en CincoDías los próximos pasos a dar.
Pregunta. ¿Cómo será la reforma tributaria?
Respuesta. Tiene que ser una reforma para recaudar más, con la ayuda del crecimiento y la generación de nuevas bases imponibles; recaudar menos, no podemos. Si lo hiciéramos, perjudicaríamos al crecimiento en términos de déficit público. Recaudaremos más en el sentido sano de recaudar más. Si todos pagan sus impuestos, entre todos salimos antes de la crisis. Sin recaudación no es posible financiar los servicios públicos de nuestra sociedad moderna, democrática y cohesionada. Necesitamos un nivel de ingresos suficiente y elevado.
Tenemos que garantizar más recaudación, aunque con incentivos a la actividad económica. Estamos en Europa y nuestro sistema tributario comparativamente recauda poco. Los ingresos públicos han caído mucho como consecuencia de la crisis y una reacción a la crisis ha sido también el fraude, y eso es lo que estamos tratando de cambiar. Para los grandes contribuyentes estamos cambiando la regulación y ya estamos recaudando más de las empresas. Y curiosamente, está teniendo un buen resultados en materia de desapalancamiento.
Milton Friedman antes de ser el gran monetarista y liberal de nuestro tiempo, fue la persona que reformó el impuesto sobre la renta norteamericano para introducir un impuesto progresivo. Por tanto, hasta Friedman promovió un sistema más recaudatorio a través de la progresividad fiscal. Y a mi, que soy mucho más modesto, también me permitirán que trate de recaudar más, porque si no, este país nunca saldrá de la crisis.
P. ¿Pero no habíamos quedado en que iban ustedes a bajar impuestos?
R. Vamos a bajar los impuestos en la medida en que vamos a ensanchar bases imponibles a través del crecimiento. No vamos a bajar los impuestos igual para todo el mundo. Ya subimos los impuestos cuando llegamos de manera progresiva, y no los vamos a bajar de manera regresiva. Estamos en crisis y los ciudadanos y contribuyentes de más capacidad económica y las empresas con más capacidad económica van a contribuir comparativamente más. Eso, vaya por delante, que estamos en crisis. Que quede claro, porque si no, esto no encaja. Y a estos ciudadanos que tienen más capacidad económica les conviene mucho esta ecuación; la que no les conviene es la otra: no pagar impuestos y tener cada vez más crisis económica. Eso no conviene a nadie.
P. El recargo sobre el IRPF de 2012 y por tres años, es un recargo, y debe desaparecer...
R. Va a desaparecer. Pero en la reforma vamos a definir muchas cosas, en función de las condiciones del contribuyente; vamos a introducir incentivos al ahorro y otras muchas cosas, como la situación familiar. Tenemos que esperar el dictamen de los expertos para decidirlo. Pero ver el impuesto en los tramos del IRPF es una manera limitada de verlo: hay que tener en cuenta las condiciones particulares y leer la presión fiscal en función de todas las deducciones que aplican a la tarifa. La tarifa no lo dice todo; ni en el IRPF, ni en Sociedades.
P. La gente quiere saber si cuando se quite el recargo va a pagar un 45% de IRPF o un 52%...
R. La gente quiere saber muchas cosas. Cuando yo llegué aquí me encontré con que el tipo efectivo de los grandes contribuyentes no era ni el 30%, ni el 15% siquiera. Era el 3,8% en el año 2011 en grupos consolidados, lo que quiere decir que había bastantes contribuyentes en los que era cero por ciento. Eso es lo que me he encontrado. La norma puede decir que estamos en el 30%, pero luego aquí, ingresar, no se ingresa. Y eso hay que corregirlo. Y mira que bien les está yendo a los grandes contribuyentes, ‘con un gobierno de derechas’, como me recuerda la oposición. Y eso nos está sacando de la crisis, con cambios en las deducciones por gastos financieros, y además [a las empresas] les está yendo bien, porque se están desapalancando y subiendo la capitalización bursátil.
P. Pero los gastos financieros, que usted combate fiscalmente, van aparejados a inversión. Una concepción liberal de la fiscalidad aconseja incentivar la inversión...
R. El nivel de endeudamiento asfixia al país; lo que nos sobra es deuda. El endeudamiento no es malo hasta que es excesivo. Como país no lo podemos soportar. Una cosa es ser una empresa con una deuda soportable, y otra cosa es ser una inmensa bola financiera. Si es una empresa pequeña, usted tiene un problema, pero si es una empresa grande, su país tiene un problema. Tenemos que hacer políticas para el desapalancamiento, y eso es lo que valora el mercado. ¿O les va mal a las empresas que se están desapalancando?
P. ¿A qué tipo efectivo aspiran en Sociedades?
R. Es muy pronto para eso. Pero ya con los cambios hechos hemos multiplicado por cuatro en algunos grupos consolidados, y a medida que abonen dividendos y mejoren sus resultados, veremos su comportamiento. Lo que sí tenemos claro es que hay que promover el ahorro a medio y largo plazo, y a partir de ahí, a ver qué nos dicen los expertos. Tendremos el informe a finales de febrero.
P. Da la impresión de que estamos volviendo a conceptos fiscales de hace un par de décadas, con más énfasis en la imposición personal y menos en el consumo...
R. No, no. Esto es Europa, y la imposición indirecta tiene que tener su peso. Pero esta crisis es una crisis de desigualdad, y aunque no lo puedas corregir todo con impuestos, hay que admitir que tienen una cierta importancia, así como el destino del gasto público. Es una crisis de desigualdad, y no se puede asistir con pasividad. Aquí hay gente con 420 euros al mes y carga familiar, y ejecutivos de empresas que ganan más de diez millones de euros. Hay que ser liberal, pero no le pasa nada al de los diez millones de euros si paga más impuestos: no le pasa absolutamente nada.
Es en esta crisis la primera vez que se producen estas diferencias de renta, y hay que tratarlas como en los países europeos. Hay que hacer política fiscal con incentivos al esfuerzo, claro, pero en una crisis como esta los impuestos deben responder al concepto de equidad, y hay que salir con más esfuerzo de los que tienen más capacidad económica. Eso es lo que pasa en todos los lugares del mundo.
P. ¿Cuál es el calendario para la reformas fiscal, tras recibir el informe de los expertos en febrero?
R. Nada más recibir el informe, crearemos un comité de enlace para determinar el sistema de financiación autonómica y local, y hacer toda la reforma de financiación del sector público en 2014, ya, espero, con crecimiento de la economía. Entrará en vigor en 2015, pero como un programa. No entrará para agotarse en 2015: entrará en vigor en fases, aprovechando la evolución de la economía y usándola para estimularla. Es un programa a tres años. Pueden aplicarse en 2014 algunas medidas tributarias; el grueso en 2015, y algunas cosas en 2016 y 2017. Los cambios en las escalas entrarán en vigor en una evolución progresiva, a medida que se va afianzando el crecimiento económico y ensanchando las bases imponibles.
P. ¿Le preocupa la evolución del sistema de pensiones, con gasto creciente e ingresos menguantes, con un modelo laboral que recorta las aportaciones porque recorta sueldos?
R. Tiene que bajar la fiscalidad sobre el trabajo. Pero en pensiones hemos hecho cosas muy serias como el factor de sostenibilidad, que controla el gasto, sin dejar de subir las pensiones. El gasto evolucionará como lo hagan las variables económicas del país, desindiciando las pensiones. Claro que me preocupa la Seguridad Social, porque de eso depende también el déficit; por eso es tan importante comenzar a crear empleo, y buscar más apoyos en fiscalidad indirecta y medioambiental y menos en la fislcalidad sobre el factor trabajo. Somos conscientes de la dificultad, pero hemos tenido muy en cuenta la evolución del futuro.
P. ¿Han pagado ya la paga extra a los funcionarios?
R. Ya la hemos pagado, pero ahora no parece que vayan a hacer grandes demostraciones ante la opinión pública, como hicieron cuando se la quitamos.
P. Hay muchas críticas acerca del recorte del sector público y muchas coinciden en que se queda corto.
R. Eso es que no se han leído las cifras, es que no han visto que se han destruido 390.000 empleos públicos, y que el nivel de las plantillas es el de 2004. Hay bastantes administraciones públicas que están completamente saneadas, sin deuda bancaria en los ayuntamientos, y pagando a menos de 30 días a proveedores. Hemos hecho la reducción de plantillas públicas más intensa de la historia.
P. ¿Y puede considerarse concluido?
R. Sí: el ajuste de la plantilla pública ha concluido. Estamos ya como en 2004, en situación de preendeudamiento, no ya de precrisis. Las plantillas están como cuando el sector público no tenía déficit. Estas son las cifras, y parece que la gente no se las lee... Menos mal que se las leen los mercados.
P. Mucha gente está revisando al alza la previsión de crecimiento de España. Da la impresión de que así es pan comido bajar el déficit al 5,8%...
R. Será difícil: pregúnteselo a los responsables de las comunidades y los ayuntamientos. Pero es verdad que no es lo mismo hacer ajustes en un escenario de crecimiento económico que en uno de recesión. Por tanto, 2014 volverá a ser un año problemático desde el punto de vista de las finanzas públicas, como este.
P. ¿Cómo cerrarán las cuentas en 2013?
R. ¿Este año? Estaremos en línea con los objetivos. En 2012 cerramos con una reducción espectacular del gasto público (30.000 millones, pese a absorber 5.000 más de desempleo y 5.000 más de factura de intereses), con 17.000 millones de reducción de las comunidades autónomas, que es inédito. Cerraremos en el 6,5% de déficit nominal, en línea con lo previsto, y hecho sin provocar más recesión.
Y en 2014 nos colocaremos en una posición de superávit estructural primario, que nos permitirá fenar el crecimiento de la deuda pública. Pero la deuda pública hay que ponerla en contexto: es consecuencia del déficit y de los impagos comerciales arrastrados. La deuda comercial no liquidada es mortal para las empresas, sobre todo las pequeñas.
P. Este año parece que los ingresos no se han comportado como estaba previsto y ha sido imposible financiar algunas partidas, como los 3.600 millones recogidos en la ley eléctrica.
R. Esto no es de ahora; esto viene de atrás: ya estaba decidido por el Gobierno desde finales de verano. Estaba ya incluido en la política presupuestaria, y trasladado al sector desde hace bastante tiempo; lo sabía el sector eléctrico desde hace meses, y ya estábamos hablando hace tiempo del aval del Estado a la titulización de ese déficit como deuda. No lo hemos inventado en la última reunión; lo hemos hablado en esta misma mesa, y no pueden decir que no sabían cómo iba a ser. Sabían que el déficit era el primer objetivo del Gobierno.
P. ¿Ha concluido ya la reforma legislativa en materia laboral?
R. Las reformas son como andar en bicicleta: no puedes dejar de pedalear y tienes que hacer ajustes continuamente, aunque estén dando resultados. No se puede dar nunca ninguna reforma por agotada, en mi opinión. La reforma laboral ha sido formidable, el verdadero exponente de la voluntad reformista de este Gobierno, y nadie dirá que la improvisamos, porque era conocida por todos desde las enmiendas a la reforma de Zapatero. La reforma es un punto y aparte en la concepción del mercado de trabajo, y no era la reforma del despido, sino de la negociación colectiva la que importaba, para adapotarse al mercado real.
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