ENTRADA EN EL BLOG DE ANTONIO ARIAS SOBRE FERNANDO CASTRO ABELLA Y LA RESPONSABILIDAD POR ALCANCE EN EL AYUNTAMIENTO DE SAN FERNANDO
- Hoy quiero dedicar esta entrada al abogado Fernando Castro Abella, que ha sido durante las últimas décadas, responsable de la edición gráfica y electrónica de la excelente revista El Consultor. Desde allí, ha sido durante 32 años nuestro referente en el ámbito del Derecho Administrativo y Local, impulsando multitud de proyectos como la puesta en marcha Práctica Contratación Administrativa y Práctica Urbanística, o en la remodelación de revistas como Actualidad Administrativa.
Los profundos conocimientos jurídicos de Fernando
han quedado patentes en los fogones de la sección Consultas -donde nunca
eludía temas de actualidad o enjundia jurídica- o como coautor o coordinador de
algunas obras jurídicas de manejo cotidiano como: “Derecho Local Especial”,
“Nuevo Régimen Local”, “Contratación del Sector Público Local”, “Procedimiento
Administrativo Local”, “Manual del Concejal”, “Vademécum de la Administración
Local” y una larga lista de títulos que muchos hemos manejado en algún momento
de la vida profesional.
Pero vivimos tiempos convulsos y la industria
editorial no es ajena a ellos, así que hace unos días ha dejado el grupo Wolters Kluwer para
iniciar una nueva vida profesional, después de habernos dado tanto. Así que mi
modesta aportación narra un suceso de gran actualidad –en una ciudad que lleva
el nombre de nuestro homenajeado– y que está siendo objeto de muchos análisis
por los responsables de las finanzas locales.
Allá por el año
2009, se descubrió en el Ayuntamiento de San Fernando (Cádiz) un enorme
desfalco en la recaudación municipal. La Cámara de Cuentas de Andalucía había
aprobado, en su programa anual de trabajo, la realización allí de una
auditoría, decidida quizás por la histórica tardanza en la rendición de
cuentas. Así, el primer efecto que causó la visita de los auditores fue
preparar la documentación pendiente en los servicios de tesorería e
intervención municipal.
El saldo de la
caja municipal llevaba varios años sin cuadrar, porque la contabilidad también
iba con retraso. Los funcionarios de Caja eran eficientes, afanosos y apenas tomaban vacaciones, ni quedaban
de baja. Siempre con la “lengua fuera”, nunca encontraban el momento
oportuno para ponerse al día. El Interventor –que antes había sido el tesorero
del Ayuntamiento- tomó cartas en el asunto y se implicó con eficacia para
atender el requerimiento de los auditores andaluces. A los pocos días acudió a
ver al Alcalde con el tesorero y se fueron directamente a la comisaria de
policía a denunciar la malversación de los caudales públicos. Empezó así uno de
los mayores culebrones de la vida local gaditana.
¿Qué había
pasado? En la Caja llevaban años alterando los registros de la recaudación sin
que nadie pareciese darse cuenta. Tacita a tacita –de plata, nunca mejor dicho–
se habían evaporado más de siete millones de euros, tal como fue cuantificado
primero por el Interventor, ratificado después por el perito judicial y por la
propia Cámara de Cuentas de Andalucía cuando concluyó su informe de regularidad para el
que había venido.
El
procedimiento fraudulento, a grandes rasgos, era tan simple como habitual: la
recaudación diaria era correcta y coordinada informáticamente con la contabilidad
municipal, pero al realizar el arqueo de la jornada, se alteraba: “al sumarle
la cantidad que quedó en la caja el día anterior es cuando se comete el posible
fraude, al consignar una cantidad por debajo de la que debía expresar”, como
puede leerse en la sentencia.
El dos de
diciembre pasado, el Tribunal de Cuentas de España, a través de la Consejera
María Antonia Lozano (ex–magistrada de la Audiencia Nacional) condenó en
primera instancia a los cajeros al reintegro, como responsables contables “directos”
de la desaparición. A continuación, y en una sentencia que levantará mucha polvareda, condenó
a los sucesivos interventores, tesoreros y alcaldes que por allí habían pasado
durante los últimos cinco años, como responsables subsidiarios, ante el muy
probable caso de que los autores no puedan devolver lo defraudado. Por suerte
para ellos, la legislación del Tribunal de Cuentas permite moderar la responsabilidad
subsidiaria y los alcaldes, interventores y tesoreros sólo pagarán 30.000 euros
cada uno. Al Interventor denunciante, que también había sido tesorero, le
tocaron 60.000 euros.
El Tribunal
declara probado que la escasez de personal “dificultó la gestión y
supervisión encomendada, los controles debidos y la adopción de las medidas
necesarias”. El Interventor, que es considerado en el sector como uno de
sus mejores profesionales, participó activamente en el descubrimiento, la
cuantificación y la gestión de los procedimientos para la exigencia de las
responsabilidades, “colaborando con la Cámara de Cuentas en la fiscalización y
tramitación de las actuaciones previas”, dice la sentencia. El Colegio de
Secretarios, Interventores y Tesoreros de Cádiz (uno de los más activos de
España) no ha tardado en dar la voz de alarma ante esta atribución
de una verdadera responsabilidad objetiva a los habilitados estatales, que en
su opinión no tiene fundamento.
Los “claveros”–como suelen
llamarse al Interventor, Tesorero y Alcalde recordando su histórica custodia de
la caja de los caudales– habían impulsado según la sentencia “medidas para
reducir el volumen de dinero en metálico en la caja municipal”, promoviendo
-ya en el periodo analizado- la recaudación a través de entidades financieras y
la actualización de la contabilidad. Sin embargo, parece que no fue suficiente,
que no se atuvieron al canon de diligencia
exigible. Ser interventor es una tarea difícil.
Respecto al
Alcalde, regidor de una población cercana a los cien mil habitantes, la
Sentencia reconoce: “la imposibilidad de que pudiera descender a todos los detalles de cada
gasto y pago analizando minuciosamente cada documento”. Sin embargo, también
reconoce que “la caja de efectivo había dado señales suficientes de situación
irregular como para haber podido captar, con unos correctos arqueos (..) y una
contabilidad actualizada, el mal funcionamiento de la dependencia y haber
podido adoptar medidas para evitar el menoscabo”.
Una primera
conclusión nos muestra que estas realidades no deben ser ajenas a los equipos
de gobierno. La exigencia de una correcta y oportuna contabilidad, además de
contar con lógica jurídica (es una obligación) y económica (¡es una
necesidad!), sirve para atemperar las posibles responsabilidades de los
cuentadantes. No es papeleo, no es burocracia. Es el salvavidas.
Nada dice la
Sentencia –que sin duda será apelada- sobre la inexistente responsabilidad del
Concejal Delegado de Hacienda ni del resto de los técnicos propios del
Ayuntamiento, que servían de apoyo a los Altos Funcionarios nacionales.
Debió haberse detectado.
Por si no fueran suficientes los controles periódicos, se había realizado el
arqueo extraordinario exigido por cambio en la corporación municipal (art. 36.2
del ROF) el 16 de junio 2007 y, como recuerda del informe de la Cámara de
Cuentas andaluza (parágrafo 75) el resultado de tal arqueo fue recogido en un
documento, que obligatoriamente se anexa al acta de la sesión plenaria
constitutiva, según la cual las existencias de metálico en la caja municipal,
tras el recuento físico efectuado, ascendía a 7.895,49 € cuando el saldo
“contable” de la caja en ese momento era de 4.793.894,50. Al menos ese día,
debió conciliarse la diferencia y no se hizo. Se confió en unos laboriosos
cajeros que no salían ni a desayunar.
Visto lo visto,
más de uno pensará que los “claveros” tuvieron mala suerte y estaban en el lugar
equivocado en el momento menos oportuno. Me pregunto en esta época navideña si
la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado, que mueve un volumen
económico superior al presupuesto de San Fernando, resistiría un control tan
férreo como el de las Administraciones Públicas. Quizás mejor dejarlo así, pues
al menos cuando se juega a la lotería se asume que la suerte sonríe a pocos y
la mayoría pierde, mientras que, cuando alguien juega con los dineros públicos
perdemos todos.
Espero que te haya gustado la entrada, apreciado
Fernando, y que seas consciente de la gran cantidad de amigos que has ido
acumulando con tu buen hacer profesional.
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