La educación financiera de nuestros jóvenes
Por: Francisco J. Valero | 10 de julio de 2014
La presentación ayer de la publicación PISA 2012 Results: Students and Money. Financial Literacy Skills for the 21st Century por parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la celebración ayer y hoy en Madrid, de forma sincronizada, del Congreso PISA Finanzas para la vida, organizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), son motivos más que suficiente para ocuparnos de la educación financiera en nuestro país, más en concreto de la de nuestros jóvenes.
Es la primera vez que se hace un estudio sobre este tema a escala internacional sobre los jóvenes de 15 años. Ha incluido 18 países o territorios, 13 de ellos de la OCDE, dentro de la evaluación educativa más general que es PISA (Programme for International Student Assessment) de la que no nos ocupamos en este post. Esto quiere decir que no se ha valorado la comprensión de chicas y chicos de los diferentes instrumentos financieros, complejos o no, sino una serie de destrezas para ver en qué medida pueden enfrentarse a situaciones de naturaleza financiera propias de su edad, como, por ejemplo, una cuenta corriente bancaria.
Esto no hace menos relevantes los resultados. Inquirir sobre la educación general que reciben y cómo la asimilan puede poner de manifiesto su capacidad de disponer de conocimientos científicos, técnicos o culturales en el futuro que contribuyan al progreso del país. También cabe decir lo mismo de la educación financiera de los jóvenes. A fin de cuentas, ésta debería ser la primera línea de protección, en este caso de autodefensa, de los consumidores de productos y servicios financieros.
España no sale bien parada, ya que se sitúa por debajo de la media de los países analizados. No deberíamos hacer demasiado hincapié en ello sin embargo, ya que se trata de una encuesta que como tal debe someterse a criterios de significación estadística. Según ellos, nuestro país se sitúa al mismo nivel nada menos que Estados Unidos, Rusia o Francia, así como Croacia o Israel. Nos parece más relevante señalar la distancia que nos aleja de los países más avanzados, en este caso una región de China. Y, si no queremos ir tan lejos, tenemos en segundo lugar a Bélgica, concretamente a su comunidad flamenca.
En efecto, la educación es un proceso en el que importa todo el camino y nuestro país lleva tiempo intentado mejorar su posición con iniciativas tanto públicas como privadas. En el primer caso destacamos el Plan de Educación Financiera fruto de la colaboración entre el Banco de España y la CNMV, que se plasma en el portal Finanzas para todos. LaFundación Afi colabora con ambas instituciones en la promoción de la educación financiera en nuestro país. Para el segundo resulta suficiente acudir a la Red Española de Educación Financiera, patrocinada por la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA).
No faltan, pues, iniciativas. Otra cuestión es que sean suficientes a la luz de las posibilidades de progreso que se deprenden de los resultados anteriores. Habrá que ver si en el futuro las evaluaciones de este tipo nos permiten comprobar si somos capaces o no de reducir la distancia que nos aleja de los primeros puestos. En este sentido, conviene resaltar algo que se desprende del propio estudio. Como parece lógico esperar, existe una elevada correlación entre el nivel de educación general, concretamente en lengua y matemáticas, y la educación financiera, pero no en todos los países va siempre en la misma dirección. España es uno de ellos, donde la mayor excelencia en los dos primeros ámbitos se traduce en un menor nivel de educación financiera.
Esta realidad pone de manifiesto, por un lado, que la educación financiera tiene entidad por sí misma y no es reducible, ni sustituible, por otros tipos de educación. Por otro, apunta a que debe tener una adecuada presencia formal en el sistema educativo para que produzca los efectos positivos que se esperan de ella.
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